Café de especialidad: una oportunidad para adaptar con innovación su cadena de valor al cambio climático.

Mujer joven tomando una taza de café especial colombiano

Colombia es el cuarto productor mundial de café sólo superado por Brasil, Vietnam e Indonesia. Lidera la producción mundial de la variedad arábiga, reconocida por su sabor balanceado, con notas frutales y florales.

Durante el año 2023, Colombia tuvo una producción total de 681.000 toneladas en un área cultivada de 841.354 hectáreas y una productividad de 809 kg/ha. Los cultivos para la producción de café se ubican entre los 1.800 y los 2.100 msnm y se extienden por 23 de los 32 departamentos del país. Estas zonas productoras se distribuyen a lo largo de las tres cordilleras, formando las regiones cafeteras del norte, centro y sur.

Pero, más allá de los datos de producción, el café tiene una relevancia invaluable para la sociedad ya que representa el ingreso de 550 mil familias cafeteras, quienes realizan su actividad agrícola en unidades productivas en menos de 1 hectárea (54%) y entre 1 y 5 hectáreas (36%), generando ingresos anuales en un rango de 6,8 millones a 33,7 millones y superior.

A pesar de esto, se debe tener presente que los ingresos varían según la oferta y la demanda, la disponibilidad y la calidad del grano; esta última puede verse afectada por el nivel de conocimiento y apropiación de buenas prácticas agrícolas por parte de los caficultores tanto de los procesos de cosecha como de postcosecha. De igual manera, la calidad depende de factores asociados al cambio climático como las altas temperaturas, las lluvias y las intensas sequías.

Durante los años 2024 y 2025, los productores colombianos han recibido un mayor ingreso no sólo por un aumento en la producción de grano, sino también porque la oferta de café de países como Brasil y Vietnam ha disminuido debido a los efectos del cambio climático. Sin embargo, la variabilidad climática es una realidad que también impacta la vida cotidiana de nuestros caficultores y se estima que para el año 2050 las temperaturas podrían aumentar en 1,32°C, por lo que se precisa iniciar y fortalecer procesos de adaptación climática para esta actividad productiva.

En ese sentido, se destacan algunas de las fases de la adaptación como la promoción de un sistema de mercado de la alimentación que sea justo, saludable y amigable con la naturaleza; por otra parte, llevar a cabo una producción agrícola con cero deforestación que reverse la degradación de los ecosistemas y evite la contaminación del aire, el agua y el suelo; finalmente, incentivar la innovación mediante la adopción de tecnologías que contribuyan a la inocuidad y a la trazabilidad, así como la creación de nuevos productos alimenticios.

Estas fases abren oportunidades para que inversionistas, productores e innovadores sean partícipes en la cadena de valor del café de especialidad para producir cafés que se destaquen por sus atributos sensoriales, consistencia e impacto tanto en las comunidades productoras en origen como en los consumidores finales.

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